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Jun

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Si educamos para aceptar la diversidad, no será necesario hablar de inclusión, sino de convivencia. La educación es un derecho de todo ser humano; sin embargo, no todos tienen acceso a esta, y mucho menos a educación de calidad.

Por Jaime Ancajima. 24 junio, 2024. Publicado en Diario El Peruano 23 de junio del 2024

Los que nos dedicamos a la docencia, ya sea en escuelas, colegios, institutos o universidades, tenemos la oportunidad de ser testigos de la diversidad de estudiantes, que provienen de diferentes realidades sociales y económicas.

Por otra parte, está el gran número de niños en el mundo que no pueden estudiar por diversas condiciones y motivos, incluso hay quienes no son aceptados en los colegios por alguna determinada condición o no encuentran lugares especializados donde puedan estudiar. Suelen enfrentar múltiples barreras que hace falta derribar para poder convivir en una sociedad más justa e igualitaria.

La Defensoría del Pueblo de nuestro país informó en el 2020 que más de 756,000 menores con discapacidad no estudian cada año porque los colegios estatales o particulares les cierran las puertas, pese a existir una política de inclusión educativa. La entidad estima que cerca del 88% de niños y jóvenes con discapacidad (en edad escolar) están fuera del sistema educativo.

El INEI registra que, en el Perú, las personas con discapacidad representan el 4.8% de la población total; 1.6 millones de personas en el 2021. Se entiende como persona con discapacidad a aquella que tiene una o más deficiencias físicas, sensoriales, mentales o intelectuales de carácter permanente que no le permiten realizar una actividad en la forma o dentro del rango considerado normal para un ser humano.

Se estima que el 91% de las personas con discapacidad viven en situación de pobreza en el país, lo que demuestra la necesidad de políticas públicas que aborden esta problemática y promuevan la inclusión social y laboral de este sector.

En el 2012 se promulgó la ley N° 29973, conocida como Ley General de la Persona con Discapacidad, la cual establece normas para la protección y promoción de los derechos de las personas con discapacidad en el país.

Esta ley tiene como objetivo garantizar el ejercicio pleno y efectivo de los derechos de las personas con discapacidad y su inclusión en la sociedad. Algunas disposiciones de la ley son la protección de los derechos civiles, políticos, sociales, económicos y culturales de las personas con discapacidad, la eliminación de barreras y obstáculos para su integración, el fomento de la accesibilidad universal y la promoción de la igualdad de oportunidades.

Un ejemplo de superación de las barreras y prejuicios sociales para personas con discapacidad es el maestro, psicopedagogo y actor Pablo Pineda, quien tiene una inspiradora trayectoria como primer europeo con síndrome de Down en completar una carrera universitaria. Él subraya la importancia de la inclusión y la necesidad de desafiar los estereotipos sobre las personas con síndrome de Down.

Pineda da conferencias para concienciar sobre la diversidad y la inclusión en diversas organizaciones, promoviendo la igualdad de oportunidades y destacando la importancia de ver el talento sin etiquetas. A través de su ejemplo y sus esfuerzos continuos por la inclusión, Pablo muestra que la discapacidad no define las capacidades de una persona y que con el apoyo adecuado y la confianza en sí mismas, las personas con discapacidad pueden alcanzar grandes logros y contribuir significativamente a la sociedad.

Los niños con necesidades educativas especiales que están en aulas inclusivas se ausentan menos. Desarrollan mejores habilidades en lectura y matemáticas, y es más probable que tengan empleo y continúen sus estudios después del bachillerato. Algunas investigaciones muestran que sus compañeros también se benefician.

Necesitamos que haya más personas como Pablo, que haya más profesores y profesionales que fomenten la cooperación entre los alumnos, colaboren con otros docentes y con el personal administrativo. Asimismo, que todos estemos en alerta para identificar y ayudar a resolver problemas, desde la inclusividad consciente, promoviendo un enfoque globalizador y metacognitivo y planificando desde la inclusión.

Depende de todos nosotros, padres de familia, profesores, colegios y autoridades, cambiar la realidad de todos los niños que tienen alguna discapacidad de aprendizaje o padecen alguna condición de trastorno del espectro autista, de déficit de atención e hiperactividad, síndrome de Down u otras.

Nunca como hoy son más acertadas las palabras de María Eugenia Lacanette, bibliotecaria en la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires: “Si educamos para aceptar la diversidad como algo normal, no será necesario hablar de inclusión, sino de convivencia”.

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